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Mis Queridos Mallorquines Libro Pdf 23: Cómo entender y convivir con los habitantes de la isla



Mis queridos hermanos de las Provincias Franciscanas de "San José" de Valencia-Aragón-Baleares en España, de "San Pedro y San Pablo" en México, del "Beato Junípero Serra" en México, y de "Santa Bárbara" (California), y a todos los hermanos de la Orden:




Mis Queridos Mallorquines Libro Pdf 23



La penetración del franciscanismo en el sucesivo Reino de Mallorca, no se limitó a la mera fundación de conventos. El mismo espíritu franciscano, en cuanto idea y acción, tuvo algunos de sus más significativos representantes en la propia Casa Real mallorquina y en mallorquines egregios. Entre éstos destaca la figura señera del beato Ramón Lull, terciarlo franciscano. Su compleja personalidad estuvo caracterizada por la independencia: el espíritu franciscano le había imbuido hasta el punto de poder ser juzgado un espiritual independiente. Dominado por el ansia misionera y apostólica, puede decirse que toda su ingente producción filosófica, teológica y literaria se orienta a la conversión de los no creyentes mediante la convicción y el amor. Su pensamiento se agita en un doble movimiento intelectual y místico: del reflejo de la dignidad de Dios en las criaturas se levanta a Dios Uno y Trino en quien las huellas creacionales se absolutizan e identifican; desde Dios y su dignidad vuelve a las criaturas, reflejo de la dignidad infinita de su Hacedor y Redentor. El primer movimiento ascensional es paralelo a la mística de san Buenaventura, exponente máximo del espíritu afectivo de san Francisco; el segundo movimiento de descenso tuvo ya precedentes patrísticos. La originalidad misionera de Ramón Lull estriba en el enlace de ambos movimientos y en la aplicación de ellos a su método combinatorio, como expone en su Liber de ascensu et descensu intellectus de 1304. Y radica también en la creación del Colegio de lenguas de Miramar, con el cual pretendió inculturar el cristianismo en el mundo árabe, más que a-culturar el Islam al Occidente cristiano.[8]


Otro relevante mallorquín y misionero fue Fr. Antonio Llinás, de Artá. La disminución de vocaciones misioneras y la evidente necesidad de mejor preparación espiritual y lingüística sugirió ya en 1626 la idea de fundar colegios-seminarios en América.[11] El realizador eficaz del proyecto sería Llinás. El Consejo de Indias aprobó un memorial suyo el 13 de octubre de 1681 e Inocencio XI promulgó el 7 de mayo de 1686 los Estatutos Apostólicos que regirían los Colegios; la Orden los aceptó dos años más tarde.[12] El primero de ellos en América fue el convento de Santa Cruz de Querétaro, residencia de Llinás, al cual llevó 24 misioneros reclutados en España.[13] Casi toda la actividad misional de la Observancia franciscana fue canalizada desde entonces a través de los Colegios, auténtica forja de apóstoles, cuyo gran promotor sería en el continente americano el valenciano P. Antonio de Jesús Margil, uno de los que acompañaron a Llinás.[14] Más adelante veremos cuánto significaron los Colegios en la vida de fray Junípero. Permítasenos ahora adelantar que el flujo notable de mallorquines a las misiones americanas, especialmente a las dependientes del virreinato de Nueva España, como serían las californianas, pasó todo por los Colegios Apostólicos iniciados por Llinás, y que semejante aportación mallorquina fue provocada por el ejemplo de Serra y promovida por la biografía que el palmesano Francisco Palóu escribió sobre su maestro. Bien justificado estaba el orgullo del Provincial de Mallorca Fr. Antonio Tomás cuando en 1809 escribía al Vicario General franciscano de España, recordando la sobresaliente contribución mallorquina a las misiones.[15]


Rafael Verger, de Santany, dirigió y sostuvo la obra de Junípero desde su cargo de Superior del Colegio de San Fernando; nombrado obispo de Nuevo León, México, falleció en 1790.[20] También superior del mencionado Colegio y misionero anteriormente con Serra en Baja California fue Juan Sancho, de Palma; a él va dirigida la última carta que conocemos de Junípero y él comunicó la noticia de su muerte a la Provincia de Mallorca.[21] Entre los mallorquines posteriores a Fr. Junípero, destaquemos sólo la obra de Mariano Payeras, presidente de las misiones, y notable organizador.[22] La evangelización de Alta California debe mucho al esfuerzo, sangre y celo de Mallorca misionera: de los 128 miembros del Colegio de San Fernando que entre 1769 y 1853 trabajaron en las misiones californianas dieciséis -el 8 %- procedían de la Isla y se distinguieron como difusores del Evangelio.[23]


La Relación histórica presenta mayores obstáculos de credibilidad. Si en toda biografía el autor suele apasionarse por la persona estudiada, mucho más cabe desconfiar de la escrita por quien amaba entrañablemente al biografiado y tomó parte activa en casi todos los acontecimientos narrados. Palóu mismo declara cuánto le costó decidirse a escribir la vida del hermano de hábito con quien le unieron 44 años de ideales y trabajos comunes.[51] Pero se impuso el interés por las jóvenes misiones necesitadas de vocaciones para su continuidad. De ahí que resaltara lo heroico de Junípero en cuanto sacerdote, religioso y misionero, sin por ello caer en el retrato idealizado y eulogístico, que hubieran desmentido los contemporáneos entre quienes su libro circuló desde su aparición en 1787.


[26] En latín y pulcramente caligrafiados, los apuntes de Noguera forman un manuscrito cuyo título es Compendium Scoticum elaboratum tanquam ab auctore a Patre Fratre Junipero Serra, et tanquam ab scriptore a Francisco Noguera studente in Convento Seraphici Patris Nostri Sancti Francisci ab Assisio, Palma septiembre 1740-junio 1743. El manuscrito se custodia en la biblioteca de San Felipe, Palma. En la revista Criterion, 9 (1933), pp. 59ss., viene estudiado el ambiente cultural de los franciscanos mallorquines.


[70] Cf. R. F. Heizer y M. A. Whipple, The California Indians. A source Book, Berkeley y Los Ángeles, 1973. Los Chumash, llamados Canaliños por los españoles debido a que poblaban la estratégica zona del Canal de Santa Bárbara, eran los más adelantados, despiertos y aguerridos. Sobre ellos, cf. pp. 255-262 de este libro. Las apreciaciones de los franciscanos acerca de los indios se pueden ver en M. J. Geiger, OFM, y C. W. Meighan, As the Padres saw Them. California Indian Life and Customs as Reported by the Franciscan Missionaries 1813-1815, Santa Bárbara 1976.


Nada de lo que hay en este mundo puede darnos la felicidad eterna, ni la eternidad con Dios. Solamente si renunciamos a todas nuestras seguridades por Jesús, incluso a lo que más nos duela, abrazaremos la libertad que encumbre el sentido del verdadero amor. Aquel hombre de delicadas raíces e inteligencia pulcra se sabía esa lección de memoria, conocía el alfa y la omega del tesoro escondido y, tan pronto como el tiempo y su edad le cedieron el paso, se convirtió en doctor y en catedrático de honor de la Universidad de Palma de Mallorca. Empapado por el rocío de todos esos libros tapizados entre la espiritualidad y la trascendencia, alcanzó cuatro distinciones académicas, cada una de ellas dedicada a una de las escuelas teológicas: Luliana, Tomista, Escotista y Suareciana. Con 29 años, el padre Serra alternaba la docencia con la predicación; la dedicación docente le dejaba cojo y necesitaba dedicarse a la cura de las almas. Su quehacer como confesor y director espiritual era atento y comprometido, y jamás se olvidaba de aquel que acudía a su encuentro para implorar un retazo de su sed. 2ff7e9595c


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